"Tan sólo me queda Ben y, aunque le he dejado para el final, me resulta muy difícil hablar de él. Había un Ben diferente para cada día. Su humor cambiaba a la media hora y pasaba de largos silencios con el rostro triste a períodos de hiperactividad que acababan por agotarnos a todos.
Un día quería ser escritor; al siguiente, inventor y matemático; al otro, navegante o buceador; y el resto, todo junto y algunas cosas más.
Ben inventaba teorías matemáticas que ni él mismo conseguía recordar, y escribía historias de aventuras tan disparatadas que acababa por destruirlas a la semana de terminarlas, avergonzado de haberlas firmado. Ametrallaba constantemente a todos cuantos le rodeábamos con ocurrencias extravagantes y enrevesados juegos de palabras que siempre se negaba a repetir.
Ben era como un baúl sin fondo, lleno de sorpresas y también de misterios, de luces y sombras.
Ben era, y supongo que sigue siéndolo, aunque haga décadas que no nos vemos, mi mejor amigo."
"El Palacio de la Medianoche", Carlos Ruiz Zafón
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