Tras un par de días sin volver (incumpliendo aquella frase que le dije al camarero), hoy me he vuelto a pasar por allí. No lo tenía pensado, pero he pasado por la puerta y he visto un cartel de una actuación de fado, cosa que me ha hecho entrar sin dudar.
Olvidando la inminente inmediatez de otros asuntos en los que debería estar trabajando en esos momentos, me he sentado, de nuevo desafiante, en el rincón del café, desde el que, por cierto, se tenía una perspectiva perfecta del escenario.
A las ocho y media han bajado las luces (señal de que iba a comenzar el espectáculo), y el silencio ha sobrecogido, extrañamente a todos los que estábamos allí.
Ya casi se me había olvidado (no sé cómo ha podido pasar); él no ha venido hoy. Quizás se haya cansado de este juego estúpido, de que yo no viniera esos días posteriores a nuestro último encuentro. O quizás la estúpida sea yo, y me esté haciendo ilusiones, como de costumbre.
É varina, usa chinela, tem movimentos de gata;
Un sentimiento de fría realidad cae sobre mí: debe ser eso. He sido una tonta, y me he imaginado que por un par de miradas divertidas una tarde de jueves podría llegar a pasar algo entre nosotros.
na canastra, a caravela, no coração, a fragata.
Bueno, hay que admitirlo. Ya me he dado cuenta, pues punto. Ahora sólo queda disfrutar de la actuación, porque la fadista lo está haciendo realmente bien.
Me recordaba a algo. Yo ya había escuchado la canción en mi interior. Y digo en mi interior, porque es evidente que la había escuchado más veces, no en vano, en Navidad estuve en el Clube de Fado de Lisboa...
Quando o vento a leva ao baile, baila no baile com o mar.
¡Claro! Cuando estuve en Lisboa el mismo sentimiento (o parecido) me acompañaba. Interesante sensación, esa de recordar un sentimiento... con una canción.
¡Claro! Cuando estuve en Lisboa el mismo sentimiento (o parecido) me acompañaba. Interesante sensación, esa de recordar un sentimiento... con una canción.
É de conchas o vestido, tem algas na cabeleira, e nas velas o latido do motor duma traineira.
Una pareja se emocionaba en la segunda fila. Sin saber por qué, a mí también se me empañaron los ojos.
Vende sonho e maresia, tempestades apregoa.
Ya quedaba poco, lo sabía. Qué bonito era el fado... y qué triste, también.
Seu nome próprio: Maria; seu apelido: Lisboa.
De repente, se ha abierto la puerta del café. Sin poder evitarlo, me he girado, en una desesperada esperanza de encontrarle.
Era una chica.
Seu nome próprio: Maria; seu apelido: Lisboa.
Las luces se han vuelto a encender, entre estruendosos aplausos. Me he dado cuenta de que estaba llorando, pero no era la única.
Entonces, he notado un movimiento al otro lado de mi mesa. Todo se ha parado mientras una voz inconfundible ha dicho: "Hola".
Creo que voy a decirte que "me ha encantado" solo para que no te crezcas demasiado; pero de verdad, genial.
ResponderEliminar