"La idea de que la ciencia sólo concierne a los científicos es tan anticientífica como es antipoético pretender que la poesía sólo concierne a los poetas"

Gabriel García Márquez


viernes, 16 de diciembre de 2011

18 'til I die

Never say no, try anything twice.


Gonna make it last.

18 'til I die.

martes, 1 de noviembre de 2011

El tren de cada día.

Una vez más, el tren llegó a su destino. Todos los días igual: unos antes, otros después, pero siempre, siempre acababa llegando.

¿Nos da seguridad? ¿O nos acaba cansando? 

Lo único que sé, es que mientras lo pensamos, estamos esperando cada día a que nuestro tren entre en la estación, para cogerlo y llegar, siempre llegar. Y si algo falla, nos molesta, ponemos quejas y nos amargamos el día. Porque parece ser que en ese tren, nos va la vida.


lunes, 19 de septiembre de 2011

El verano de mi vida.

Jorge. 

Jorge. 

Jorge.

Jorge se ha convertido en un amigo especial. Muy especial.

Este verano, el verano de mi vida, nos hemos visto mucho, tanto en el café como fuera. Es extraño lo que nos ha ido ocurriendo, porque la timidez del principio ha ido dando paso, poco a poco, a una gran amistad. Sí, creo que ahora, a la luz de los últimos acontecimientos puedo confirmar que Jorge se ha convertido en mi mejor amigo, si no algo más.

El verano prometía, y cumplió sus expectativas. A finales del mes de julio de este verano, el verano de mi vida, mi mejor amigo Jorge me propuso una locura. Me preguntó que si quería ir a París. 
Al principio lo vi como una pregunta genérica, y le respondí que sí, que claro que quería ir a París. 

Ante la expresión de su cara entendí que la pregunta era en realidad que si quería ir a París con él.
Evidentemente, me lo tenía que pensar, no me voy a ir de viaje con cualquiera, eso está claro. Pero luego pensé en aquello que dicen del último verano, y por una vez dejé de pensar... y dije que sí.

Nos fuimos a París, en plan bohemio, pero con ese matiz que me gusta a mí, sin llegar a elegante pero sin caer en lo indecente. En una palabra, perfecto. 
Los días en París fueron simplemente mágicos. Jorge y yo nos fuimos conociendo un poco más y pasó lo que tenía que pasar. Vivíamos como en una realidad paralela y no pensábamos en lo que pasaría al volver (¿para qué?). 

Como en el musical de Mamma Mia, todo parecía un sueño:
"Aquel paseo por el Sena para ver la torre Eiffel, libres bajo el cielo... Qué bello fue vivir así aquellos días junto a ti. 
I was so happy we had met, it was the age of no regret. Our last summer, walking hand in hand..."

Nuestros días en París, nuestros días de carísimos capuccinos en el Café Floré, de paseos en barco por el Sena, de carreras competitivas por ser el primero en subir a la torre Eiffel, y de paseos tranquilos por el Boulevard Saint-Germain y el Quartier Latin, esos días llegaron a su fin.

Y volvimos a casa, a la realidad, a no pasar 24 horas juntos. A ver otra vez a los amigos, a volver al café.
Me sorprende decir que no tengo miedo, no tengo miedo de lo que venga, porque Jorge y yo estamos genial, y porque, como decía ABBA, "it was the age of no regret".

Ese ha sido mi verano, el verano de mi vida, y desde luego que va a estar en mi memoria durante muchos años. Porque ha sido especial, ha sido sencillo y a la vez complejo. Ha sido mío.

Ha sido el verano de mi vida.

domingo, 10 de julio de 2011

Ben.

"Tan sólo me queda Ben y, aunque le he dejado para el final, me resulta muy difícil hablar de él. Había un Ben diferente para cada día. Su humor cambiaba a la media hora y pasaba de largos silencios con el rostro triste a períodos de hiperactividad que acababan por agotarnos a todos. 
Un día quería ser escritor; al siguiente, inventor y matemático; al otro, navegante o buceador; y el resto, todo junto y algunas cosas más.
Ben inventaba teorías matemáticas que ni él mismo conseguía recordar, y escribía historias de aventuras tan disparatadas que acababa por destruirlas a la semana de terminarlas, avergonzado de haberlas firmado. Ametrallaba constantemente a todos cuantos le rodeábamos con ocurrencias extravagantes y enrevesados juegos de palabras que siempre se negaba a repetir.
Ben era como un baúl sin fondo, lleno de sorpresas y también de misterios, de luces y sombras. 
Ben era, y  supongo que sigue siéndolo, aunque haga décadas que no nos vemos, mi mejor amigo."

"El Palacio de la Medianoche", Carlos Ruiz Zafón

jueves, 7 de julio de 2011

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No era capaz de ser constante. ¿Por qué, si me apetecía como nada en el mundo ir a ese café y volver a verle otra vez, por qué, por qué no iba?
Como me pasa con la práctica totalidad de las cosas, siempre acabo anteponiendo unas cosas a otras, y curiosamente, siempre son las más importantes las que se quedan atrás.

Además, no sé, en situaciones como esta, es extraño... visto desde fuera, o pasado el tiempo como en este caso, me doy cuenta de que he sido un poco egoísta, y me he enfadado injustamente con él. ¡Si no me había hecho nada malo!

Por eso ahora tenía que volver. Me conozco, y soy demasiado orgullosa como para pedir perdón, pero mi conciencia no me dejaba quedarme ahí sin hacer nada. Por eso, he vuelto esta tarde. 

Pero no me he sentado dentro. Me he quedado fuera, en la terraza, porque de una manera u otra, me siento una persona diferente. ¿Será la edad? No lo creo. Me parece que se debe a que he tenido tiempo para pensar, y la verdad es que lo he hecho bastante.

Desde ahí, podía ver a la gente que pasaba por la calle, y además corría el aire, así que no se estaba demasiado mal. Le he pedido un café con hielo al camarero, que se ha alegrado enormemente (al menos en apariencia) de volver a verme. No había mucha gente en el café, así que el camarero se tomó grandes confianzas y se sentó en mi mesa y se puso a hablar conmigo.

Reconozco que en otra ocasión me hubieran parecido "excesivas" confianzas, pero en ese momento no me molestó. Resulta que se llama Jorge, tiene dos años más que yo y está estudiando Ingeniería Aeroespacial... ¡no está mal! Hemos estado hablando así de todo un poco, y me ha sorprendido, porque me ha preguntado sobre la última vez que estuve en el café, hace algo más de un mes, cuando actuó la fadista. Ha mostrado un insólito interés por saber a qué llegó nuestra conversación, porque me reconoció que sabía un poco de qué iba la historia, y que se fijó que esa noche hablamos por primera vez. 
Le dije que eso formaba parte del pasado y que no quería hablar de ello, pero el caso es que me insistió y... se lo acabé contando. Le conté que desde que había ido al café por primera vez me había fijado en él, y que bueno, a partir de esa noche del fado quedamos un par de veces, y nos conocimos bastante bien. También le dije que en un primer momento vi las cosas muy claras, pero que poco a poco esa claridad se fue oscureciendo y bueno, le conté que hacía mucho tiempo que no le veía y que no estaba muy segura de lo que le diría la próxima vez que le viera, pero lo cierto es que esperaba que fuera esa misma tarde.

Jorge se tuvo que levantar porque había una mesa que atender, y justo (qué casualidad) apareció él. Al acercarse y verme, se quedó parado, bajó la cabeza y se sentó en una mesa de espaldas a mí. Genial.
Pero bueno, yo había ido con un objetivo y lo iba a cumplir, así que me acerqué a su mesa y me senté. Él me saludó, sorprendido por el cambio en mi actitud con respecto a las anteriores semanas e intentó iniciar una conversación, pero yo no le dejé. "He venido aquí a dejar las cosas claras, -le dije- y por eso no voy a permitir que me líes con tus palabras, como siempre haces". Al ver su cara de sorpresa sonreí y le dije: "Pero en plan bien, ¿eh?"

Estuve hablando durante horas (¡qué raro!) y cuando terminé le di dos besos y me metí dentro del café para que no me viera llorar. 
Al salir del baño, mientras andaba despistada guardando el paquete de pañuelos en el bolso, alguien me abrazó. Era Jorge. 

No me había dado cuenta, pero era ya tardísimo. Tanto, que el café estaba a punto de cerrar. Jorge me dijo que me invitaba a lo que había tomado durante la tarde. Echó el cierre y sin darnos cuenta me acompañó hasta casa.

Mañana por la noche no trabaja. Hemos quedado.

miércoles, 22 de junio de 2011

Atypical Spanish.

Me voy a presentar:

Me llamo Belén y soy española. Para nosotros, los españoles, es normal esto de España, pero sin embargo, para el turismo extranjero se considera un fenómeno. De hecho, en los últimos diez años el turismo ha supuesto una aportación entre el 10 y el 11% del PIB. Por eso, podríamos decir que España vive prácticamente de los visitantes que vienen cada año a visitar nuestro país.

A cualquier persona con dos dedos de frente, le resultaría más que evidente que para atraer a los turistas a España deberíamos potenciar nuestras cualidades, explotar nuestros recursos y vender lo que tenemos, que  honestamente, no es poco. 
Sin embargo, a la vista de mi propia experiencia ha quedado bien claro que los que mueven el turismo de este país no destacan por su inteligencia.

Al extranjero vendemos alcohol, sexo y fiesta. ¿Y qué pasa con la comida española? ¿Y con los increíbles paisajes naturales que tenemos? Parece que habiendo de lo primero, lo demás no importa.
Y no sé si realmente los que venden todo esto no se dan cuenta de que estamos tirando piedras a nuestro propio tejado: nos estamos humillando ante el mundo, sólo para atraer a un sector de gente que no tengo muy claro si merece la pena, ya que no se acordarán de prácticamente nada del viaje. Ganamos dinero, pero ¿a qué precio?

Y hablo de los extranjeros, pero lo triste es que nosotros, los propios españoles, estamos cayendo en la trampa. ¿Que nos venden una fiesta por 70€ en la que la gente lo pasa fatal? Es una fiesta, lo pagamos. ¿Que nos venden un cubo para beber todos de ahí? Lo compramos.

Qué pena. Y cada vez nos parecemos más a aquello en que quieren que nos convirtamos.

Tengo 18 años, estoy en lo que podríamos considerar "grupo de riesgo". Pero no, yo no soy así. ¿Debería considerar que los raros son los demás?

Quién sabe; es probable que sea simplemente una atypical Spanish.

jueves, 9 de junio de 2011

¿Y ahora qué?

Parecía imposible, pero el momento ha llegado. Ya hemos acabado todo, los exámenes, el curso... en definitiva, una etapa de nuestra vida.

¿Y ahora qué?

No cometamos el error de desaprovechar las vacaciones. Hoy es el primer día, sí, y quedan muchos más. A por ellos.

Es hora de hacer cosas. Como dicen Phineas y Ferb, "mucho hay por hacer antes de ir otra vez a estudiar". Hagamos ese curso que siempre quisimos hacer, veamos esa peli que nunca creímos que veríamos, digamos eso que nunca nos atrevimos a decir...

Y es que ahora, no tenemos nada que perder. Nuestra vida empieza de nuevo. Dejamos atrás el pasado y miramos hacia delante. Una nueva etapa, una nueva vida. Y es demasiado corta para arrepentirnos. Espero que nunca tengamos que hacerlo.

"Life is too short to have regrets, so I'm learning now to leave them in the past and try to forget. All you have is one life to live, so you better make the best of it."


sábado, 4 de junio de 2011

A por todas.


El guerrero de la rima nunca se desanima
se apoya en fuerzas divinas pero no las subestima,
su alma es como un ave y él vuela,
desvela claves y sabe que ahí fuera,
las fieras esperan que muera.

Aunque duelan los motivos,
su objetivo cumple,
sin incertidumbre,
no sucumbe hasta que vislumbre la cumbre.

Y tuve al mal brutal en un ritual combativo,
permaneciendo en guardia aunque parezca dormido,
se siente vivo y da gracias,
y no hay lugar que le pueda intimidar bajo
ninguna circunstancia.
Entrena y la cena no frena su emblema, paciencia,
para el todo es posible con practica y experiencia,
perseverancia, confianza, poder preciado,
armado con dictados, alados aliados al lado.

Legado de vivencia,
experiencia de un pasado que marco su espíritu,
no le pierde el ímpetu tampoco el tedio,
se muestra serio,
toma cada decisión con tensión pero sin nervios,
pone remedio al desánimo y no culpa al prójimo,
viendo grandes verdades en los detalles anónimos.

Recorre ciudades, se enfrenta a sus rivales,
conoce sus defectos y también sus cualidades,
ante las dificultades siempre se esfuerza y se crece,
si se desvanece y perece se lo merece.

Cuando su don establece nadie puede superarlo,
permanece en silencio si intentan impresionarlo,
aprende de sí mismo, a veces lucha con quien quiere,
su dolor no le hiere, prefiere ser él el que espere,
a que sus fieles papeles le llenen de paz y de gloria,
y si vencen lo celebra pero no se vanagloria,
para él cada victoria es otro paso hacia la cima,
estos son los designios del guerrero de la rima.

Y no hay quien le pueda vencer,
saber aprender del ayer,
buscar la luz entre las sombras si alguien le nombra,
estar ahí para responder.
Nada que temer, nada que perder,
cuando la espada esta afilada y la mirada que acorrala es cruel,
cuando nada quiero y nada espero,
en el camino del guerrero solo la palabra es fiel.

El guerrero es sabio, hace del escenario un santuario,
cielo de discípulos, infierno de adversarios,
pide con la presión y no le daña,
su razón es una acción de una reacción instantánea.
Lo que el guerrero enseña no puede hacerlo solo,
necesita compañeros con quien luchar codo a codo,
ese modo su poder se multiplica, se aplica,
y sale en busca de consejos si las cosas se complican.
En su silencio medita y actúa con firmeza,
ama la naturaleza respetando su belleza,
el guerrero es como el agua y fluye, nunca huye,
ni martillos ni cuchillos le destruyen.

Los esquiva con frialdad, exhibe seguridad, tranquilidad,
y nace de cada nuevo día una nueva oportunidad,
aunque sienta miedo arriesga de forma intachable,
nada es inalcanzable, no acepta lo inaceptable.

Así prepara sus armas, no se conforma con dar más,
recobra la calma cuando da forma y adorna su obra,
su rap no entiende de normas ni dogmas,
lo que ve y lo que vive, así lo escribe, lo transforma.
Sin rendición ni tregua, su creación le alegra,
el guerrero jamás piensa en qué dirán las malas lenguas,
recorre leguas y trata a todos por igual,
para el guerrero el respeto es algo fundamental.
Quemó recuerdos manchados de miedos y temores,
porque falló, mintió, retrocedió y sufrió temblores,
asimiló sus errores como parte de la vida,
su esperanza y su fe nunca se vieron corrompidas.

Ni heridas por el odio de otros, que envidiaban logros,
firmados con su puño y letra sobre sus hombros,
cargo el peso de sus metas,
prohibiéndose descansar hasta dejarlas completas.
Apoyado en el poder de un micrófono camina,
estos son los designios del guerrero de la rima.

Y no hay quien le pueda vencer,
saber aprender del ayer,
buscar la luz entre las sombras y si alguien le nombra,
estar ahí para responder.

Nada que temer, nada que perder,
cuando la espada esta afilada
y la mirada que acorrala es cruel,
cuando nada quiero y nada espero,
en el camino del guerrero solo la palabra es fiel.

El camino del guerrero, Nach,
conquistando escenarios,
de barrio en barrio,
día tras día.

lunes, 30 de mayo de 2011

Ese largo juego que hemos inventado para aplazar la muerte.

Debí amar las palabras; por ellas comparé, con cualquier dimensión del mundo externo: el mar, el firmamento, un goce o un dolor que al instante morían;
y en ellas, alcancé la raíz tenebrosa de la vida.
 
"Insistencias de Luzbel", Francisco Brines.

miércoles, 25 de mayo de 2011

Seu nome próprio: Maria; seu apelido: Lisboa.

Tras un par de días sin volver (incumpliendo aquella frase que le dije al camarero), hoy me he vuelto a pasar por allí. No lo tenía pensado, pero he pasado por la puerta y he visto un cartel de una actuación de fado, cosa que me ha hecho entrar sin dudar.
Olvidando la inminente inmediatez de otros asuntos en los que debería estar trabajando en esos momentos, me he sentado, de nuevo desafiante, en el rincón del café, desde el que, por cierto, se tenía una perspectiva perfecta del escenario.
A las ocho y media han bajado las luces (señal de que iba a comenzar el espectáculo), y el silencio ha sobrecogido, extrañamente a todos los que estábamos allí.
Ya casi se me había olvidado (no sé cómo ha podido pasar); él no ha venido hoy. Quizás se haya cansado de este juego estúpido, de que yo no viniera esos días posteriores a nuestro último encuentro. O quizás la estúpida sea yo, y me esté haciendo ilusiones, como de costumbre.

É varina, usa chinela, tem movimentos de gata;

Un sentimiento de fría realidad cae sobre mí: debe ser eso. He sido una tonta, y me he imaginado que por un par de miradas divertidas una tarde de jueves podría llegar a pasar algo entre nosotros.

na canastra, a caravela, no coração, a fragata.

Bueno, hay que admitirlo. Ya me he dado cuenta, pues punto. Ahora sólo queda disfrutar de la actuación, porque la fadista lo está haciendo realmente bien.

Em vez de corvos no xaile, gaivotas vêm pousar.

Me recordaba a algo. Yo ya había escuchado la canción en mi interior. Y digo en mi interior, porque es evidente que la había escuchado más veces, no en vano, en Navidad estuve en el Clube de Fado de Lisboa...

Quando o vento a leva ao baile, baila no baile com o mar.

¡Claro! Cuando estuve en Lisboa el mismo sentimiento (o parecido) me acompañaba. Interesante sensación, esa de recordar un sentimiento... con una canción.

É de conchas o vestido, tem algas na cabeleira, e nas velas o latido do motor duma traineira.

Una pareja se emocionaba en la segunda fila. Sin saber por qué, a mí también se me empañaron los ojos.

Vende sonho e maresia, tempestades apregoa.

Ya quedaba poco, lo sabía. Qué bonito era el fado... y qué triste, también.

Seu nome próprio: Maria; seu apelido: Lisboa.

De repente, se ha abierto la puerta del café. Sin poder evitarlo, me he girado, en una desesperada esperanza de encontrarle.
Era una chica.

Seu nome próprio: Maria; seu apelido: Lisboa.

Las luces se han vuelto a encender, entre estruendosos aplausos. Me he dado cuenta de que estaba llorando, pero no era la única.

Entonces, he notado un movimiento al otro lado de mi mesa. Todo se ha parado mientras una voz inconfundible ha dicho: "Hola".



miércoles, 18 de mayo de 2011

Won't be seventeen forever.

Definitivamente, ha empezado la cuenta atrás. Hoy puedo decir que me queda menos de un mes para tener 18 años, con todo lo que eso implica: sus libertades, pero también su responsabilidades.
Todo el mundo quiere tener 18 años, y en este momento me asalta la duda: ¿y yo?

Quiero conducir, quiero votar, quiero... ¡yo qué sé! ¿Donar sangre?

... pero no quiero tener la responsabilidad de conducir, no quiero tener la responsabilidad de votar...

Es complicado. Podría decir que soy como Peter Pan, que no quiero crecer; también podría decir que me gusta más el número 17 que el 18 (que es verdad, quizás porque nací en 17)... pero no serviría de nada: el tiempo avanza inexorablemente hacia nuestro destino. Y ahora van a ser 18, pero luego serán 19, después 20 y luego ya...

En fin, no hay nada que hacer, así que sólo queda mirar hacia delante y como yo digo siempre, "lo que tenga que pasar, pasará; ya habrá tiempo de plantarle cara".

Sin embargo, I still say that I wanna be seventeen forever.


martes, 17 de mayo de 2011

Let's do it.

Hemos llegado hasta aquí. ¿Y qué? ¿Es el final?
Yo creo que no.

Todo lo que cuento aquí es verdad, pero nada de lo que se cuenta es cierto.

El caso es que, como decía al principio, hasta aquí hemos llegado. Pero yo no creo que esto sea un final, un adiós definitivo. Creo que las cosas son lo que tú quieras que sean. Y evidentemente aquí se acaba una etapa. Pero por eso, de nosotros depende todo. De nosotros depende que aquí se separen nuestras vidas, nuestros caminos o que sigan juntos el resto de nuestra vida.
Lógicamente, no todos queremos seguir unidos, porque hay gente de la que, hablando cínicamente, me olvidaré de buen grado; otra mucha, de la que me gustaría haberme olvidado ya, sobre todo durante este último año. Sin embargo, también hay otra mucha gente de la que no me quiero olvidar.
Y espero que ellos tampoco quieran olvidarse de mí.

Aquí está nuestra responsabilidad. Como escuché no hace mucho, este es el momento de nuestras vidas que se llama "ahora depende de ti". Y como tal, espero que distintas facultades, distintas amistades e incluso distintas ciudades no impidan que relaciones de muchísimos años (o de pocos), sigan adelante.

Es posible. Hagámoslo.

sábado, 14 de mayo de 2011

Delirium.

What the hell is happening?
I'm fed up with this acting; actually, I'm frazzled with all that have something to do with my life at the moment.
I know I should be happy, but I'm not.

Sometimes everything seems awkward and large
imagine a Wednesday evening in March,
future and past at the same time.
I make use of the night, start drinking a lot
although not ideal for now it's all that I've got.
It's nice to know your name.

You don't know, you don't know,
you don't know anything about me.

An ocean, a lake I need a place to drown,
let's freeze the moment cause we're going down.
Tomorrow you'll be gone.
You're laughing too hard this all seems surreal
I feel peculiar now what do you feel
do you think there's a chance that we can fall.

You don't know, you don't know,
you don't know anything about me.
What do I know, I know your name.
You don't know, you don't know,
you don't know anything about me anymore.

I gave up dreaming for a while,
I gave up dreaming for a while.

I've noticed these are mysterious days,
I look at it like a jigsaw puzzle and gaze
with wide open mouth and burning eyes.
If only I could start to care,
my dreams and my Wednesdays ain't going nowhere.
Baby, baby, baby, you don't know.

You don't know, you don't know,
you don't know anything about me.
What do I know, I know your name.
You don't know, you don't know,
you don't know anything about me.



lunes, 9 de mayo de 2011

Lo difícil me atrae, es mi bandera.

Dije que volvería al café, pero nunca supe hasta que punto era cierto. Desde luego, sabía que volvería pero tan pronto...
Yo soy así, no me gusta dejar las cosas a medias, no me conformo con cualquier cosa.
Por eso, esa tarde fui más allá: me senté en aquel rincón, en el sitio prohibido. Y pasó: vino él. ¿Casualidad? Puede ser.
No me cabe ninguna duda de que eso era lo que yo estaba buscando, que apareciera él, para que mis sentimientos se decidiesen de una vez por todas.
Al entrar, fue resuelto hasta la mitad del café, y al ver su sitio habitual ocupado, se quedó parado durante un breve instante. Rápidamente se giró hacia la barra y le dijo unas palabras al camarero, que negó con la cabeza.
Pensé que esa era mi oportunidad, así que llamé al camarero, y pedí lo de siempre, mientras notaba miradas fugaces provenientes de la barra.

Me gustaba esa situación: había perdido su calma habitual, estaba nervioso.
Pidió una Coca-Cola.
Light.

Me bebí el café y acabé de escribir unas cosas en el portátil. Entonces me levanté, y dejé el dinero en la barra, en lugar de pedir la cuenta como siempre. Al salir, me di la vuelta y le dije al camarero: "¡Hasta mañana!"

La situación ha cambiado; ahora soy yo la que dirige el juego. Volveré, como le prometí al camarero, esta vez para comprobar si mis intuiciones son ciertas.

No será nada fácil, pero como he dicho siempre, "lo difícil me atrae, es mi bandera".


jueves, 5 de mayo de 2011

Como la fenolftaleína

¿De qué le servía resistir en vela, luchar con valor y fuerza todo el día, llegar a creerse superior a la obsesión pecaminosa, casi a despreciar la tentación, si la flaca naturaleza, a sus solas, abandonada del espíritu se rendía a discreción y era masa inerte en poder del enemigo?

Se sublevaba contra leyes que no conocía, y pensaba desalentada y agriado el ánimo en la inutilidad de sus esfuerzos, en las contradicciones que llevaba dentro de sí misma.

Leopoldo Alas "Clarín"

martes, 3 de mayo de 2011

Seguimos igual.

Hoy he vuelto al café, después de tanto tiempo. Nada más entrar, han vuelto todos esos recuerdos y pensamientos que creí haber depositado en el fondo de una taza, hace ya unos meses.
Él ya no está. No sé cuándo habrá dejado de frecuentar este lugar, con su rincón, que parecía casi reservado cada tarde; aunque él no estuviera, nadie se sentaba, parecía como si el resto de habituales del café respetaran una especie de acuerdo tácito para dejarle su su hueco, en caso de que le apeteciera venir.
No negaré que me he sentido algo desilusionada cuando, al franquear la puerta, he dirigido mi mirada hasta la esquina que él solía ocupar y la he encontrado profanada por una pareja de octogenarias que tomaban tranquilamente una infusión. He considerado casi una ofensa el hecho de que no hubieran respetado su sitio, su lugar, su espacio. De hecho, sentada en la barra, me he quedado mirando, en un intento desesperado de que se dieran cuenta que debían cambiarse de mesa, hasta que el camarero ha llamado mi atención con una pregunta que ha tenido que repetirme en dos ocasiones.
Ante la impasibilidad de las dos ancianas, me he tomado rápidamente el café (como siempre largo de agua y corto de azúcar) y he abandonado el diminuto habitáculo entre miradas de sorpresa por lo inesperado de mi marcha.

El regreso al café me ha causado una gran perturbación, que sin embargo, presiento que me atraerá mañana, de nuevo para, más que comprobar, confirmar, que seguimos igual.